Tendré que comenzar a hablar a solas
o callarme por una eternidad.`
Bisbisear letanías beatas
sagrados codicilos
frente a su inexpugnable fortaleza
catedral del equívoco
con el que me combate.
Tendré que deshacerme de vocablos traidores
y letras levantiscas
para decirle, amor, de madrugada,
amor de mansedumbre, amor de entrega,
amor de masoquistas incertezas.
Qué inconveniente el mar
para mi voz de arena
para mi corazón de telúrico impulso
para mi pensamiento de humo negro
para mi sombra, toda, de roca ensimismada.
Qué inestable y fatal su acuático dominio
sobre la grama en mi naturaleza.
Su enorme soledad de tsunami reptante
se alza en mis pulsiones
se agita en mi silencio
allá donde termina
y empieza el hombre des-olado.
Tendré que comenzar el viaje a sus ojos
por el olor a sal de sus pupilas mudas.
Cualquier anochecer con luna llena
me dará los zarzillos de coral
que guarda para mí
allá
en el fondo,
diez pasos por detrás del horizonte.
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